viernes, 1 de julio de 2011

Efímero


Se dice por ahí que todo es pasajero. Todo tiene un nacimiento, una vida y una muerte. La relaciones humanas no son una excepción, pero no somos conscientes de ello hasta que esa muerte se produce efectivamente.

Cuando una persona consigue hacerse un hueco en nuestras vidas y llegamos a considerarla parte de nosotros, no nos paramos a pensar en que quizá mañana ya no estará. Cuando confiamos en alguien que confía en nosotros, pensamos que eso va a ser para siempre. Nadie espera que un ser querido le traicione, le abandone o le decepcione. Tú me quieres y yo te quiero. ¿Qué puede estropear eso?

Las pequeñas cosas del día a día nos van desgastando hasta el punto en que nos cuestionamos si realmente queremos a esa persona en nuestra vida. ¿Me llena? ¿Estoy dispuesta a soportar todo esto? Hay una frase que me parece muy dura, pero completamente sincera: "no soy responsable de las expectativas que has puesto en mí". Cuando esperas algo de una persona, convencida de que puede dártelo y no lo hace... No es culpa suya. Dicen que quién siembra recoge, aunque a menudo tenemos la sensación de estar recibiendo mucho menos de lo estamos dando. O de lo que creemos dar.

Cuando "lo malo" de una persona supera con creces a "lo bueno", quizá es el momento de plantearte un cambio. Cuando quieres a alguien, lo haces aceptando lo que no te gusta, los pequeños defectos, perdonando los errores y olvidando cuando es necesario. Pero en ningún caso es suficiente con querer a alguien. Yo puedo contar con los dedos de una mano a las personas a las que quiero tanto y me llenan de tal forma que podría soportar o perdonar prácticamente cualquier cosa que hicieran. Esas en las que confío ciegamente y sé que ni el tiempo ni la distancia podrá destruirnos. No creo en la eternidad, pero confío en algunas cosas llegan a su fin sólo con tu propia muerte.

De todo se aprende. De cada error, de cada traición y de cada decepción. No podemos vivir pensando en que quizá un día se haya acabado lo que tenemos. No podemos prevenirlo ni evitarlo. Y cuando pasa, sólo nos queda el recuerdo. El mismo que quizá algún día, no conservaremos. No me arrepiento de nada, todas las personas que han formado parte de mi vida y que ya no están dejaron su huella. Y gracias a todos ellos, ahora soy como soy. Y ya sea con dolor o no, salieron de mi vida. Y he sentido alivio, porque he comprendido que la mayoría de esas personas no podían aportarme nada más. Y que lo mejor es que cada uno siga su camino, de forma paralela, confiando en que no volveremos a cruzarnos y en que si lo hacemos, las heridas estarán cerradas.


"Algunos creen que para ser amigos basta con querer, como si para estar sano bastara con desear la salud. "

Aristóteles